Conocí a Héctor Terrones a finales de los ochenta o quizá a principios de los noventa. Mi cercanía profesional y amistad con Gerardo Rebollo (QEPD) me llevó a asistir a uno de sus primeros desfiles. En ese entonces, Héctor era un joven diseñador recién egresado de la Universidad Jannette Klein de la Ciudad de México. No recuerdo los detalles de aquella pasarela, pero sí recuerdo la impresión que me dejó… aquella tarde vi talento, vi una promesa.

Años después, en 1992, volví a coincidir con él en el atelier de Claudio Sala (QEPD), aquel diseñador italiano radicado en México que, a mi juicio, ha sido el único que ha hecho verdadera alta costura en nuestro país. En ese pequeño espacio lleno de telas, maniquíes y arte, estábamos Rebollo, Claudio, Terrones y yo. A Héctor le fascinaba el estilo de Sala; conversabamos sobre patronaje, acabados, modelos y la esencia de la alta costura. Eran charlas profundas, llenas de admiración mutua y de amor genuino por el oficio.

El tiempo siguió su curso, y fue hacia 2007, durante la época dorada de la desaparecida exposición de calzado Modama, cuando nuestros caminos volvieron a cruzarse. Héctor fue invitado a presentar su colección en uno de los desfiles y, nuevamente, su trabajo me sorprendió. Tuvimos entonces la oportunidad de conversar largo y tendido sobre la moda mexicana, los retos de la industria, algunos chismes inevitables y, por supuesto, sobre los resultados de su desfile. Aquella presentación fue un verdadero acontecimiento. Su obra había madurado: las formas, las texturas y la teatralidad de su propuesta revelaban a un creador pleno, dueño de su estilo y de su universo estético. Ese fue nuestro último encuentro.

Después, solo lo vi a través de la televisión, en entrevistas, y en las páginas de las principales revistas de moda del país. Héctor supo construir una carrera sólida, llena de creatividad, disciplina y visión. Se convirtió en un nombre indispensable dentro de la historia reciente de la moda mexicana.

El día de ayer, Héctor Terrones nos dejó. Aún me cuesta asimilarlo. Nunca imaginé que su partida llegara tan pronto. Siempre pensé que aún tenía mucho más que ofrecer, más escenarios que conquistar, más colecciones que sorprenderían al mundo.

Hoy, desde este espacio, me quedo con la memoria de aquel joven diseñador que vi por primera vez hace más de tres décadas, con su mirada intensa y su fe en la moda como un acto de arte.

Nos quedaste a deber, Terrones.
Porque cuando un diseñador tiene tanto talento, uno siempre espera más.

José Rubén Díaz
Editor de FN Fashion News

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